Miles de tucumanos circulan a diario por la ciudad sin registrar lo que ven a su alrededor, quizá por la rutina de hacer siempre el mismo camino, por indiferencia o por ensimismamiento, poco o nada les sorprende. Los pequeños mendigos, los seres marginales que deambulan por los paseos públicos, los inválidos que piden una moneda, pasan inadvertidos. Especialmente durante la noche, los indigentes están a la vista de todos: en los zaguanes, bajo los pórticos, en los bancos de la plaza.
El número de personas en situación de calle parece haberse incrementado en San Miguel de Tucumán, de acuerdo con las estimaciones de integrantes de grupo Alas Solidarias que reparte comida a los menesterosos durante la noche. Afirman que el incremento de estas personas se debe no solo a la asfixiante situación económica, sino también al cierre del albergue municipal que funcionaba bajo las tribunas del ex autódromo y el que se hallaba en 24 de Septiembre al 400. Según la fundadora del grupo, están sirviendo alrededor de 145 viandas por noche, 65 más respecto del año pasado en esta época. Las rondas comenzaron en 2013, con 15 platos de comida por noche; en 2015 abrieron el merendero de Warnes al 500, al cual asisten 40 a 60 chicos. Reciben donaciones de mercadería, ropa y de calzado en buen estado, frazadas, guantes y gorros. El grupo “Ronda amiga” asiste con alimentos, medicamentos y ropa a menesterosos, los domingos; el número de porciones de comida que este grupo entrega también aumentó: en un año pasaron de 50 a 80.
Una funcionaria del el Ministerio de Desarrollo Social admitió que se han incrementado las personas en situación de calle y agregó que en la parte alimentaria están desbordados. “Tenemos recursos finitos. Estamos preocupados con los costos, el desabastecimiento”, dijo.
El gobernador responsabilizó a la Nación por esta situación de pobreza y de desamparo. Un funcionario nacional del Ministerio de Desarrollo Social afirmó que los fondos que se transfieren para los comedores escolares han aumentado e indicó que están haciendo lo posible para revertir esta realidad.
En diciembre pasado, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina informó que el índice de pobreza ascendió al 33,6% en todo el país durante el tercer trimestre de 2018, es decir un 19% de incremento respecto de 2017; el 6,1% se hallaba la indigencia. Es decir que más de 13,2 millones de personas eran pobres; posiblemente ahora haya más.
En los últimos días de abril, el Observatorio informó que el 41,2% de los niños del país se hallaba en estado de pobreza estructural, es decir que los padres de 4,7 millones de chicos carecían de ingresos suficientes para vivir y sus vástagos tienen dificultad para acceder a la educación y su nivel de atención sanitaria es escaso.
Ante esta realidad crítica, nos parece que el Estado debería redoblar los esfuerzos para asistir a los sectores más afectados por esta asfixia económica, y abrir más albergues para indigentes, proveyéndoles no solo alimentación, sino también de asistencia de salud. El invierno está próximo y esta situación seguramente recrudecerá. En estos tiempos en que se gastan ingentes sumas de dinero en las campañas proselitistas para ofrecer promesas, se podrían destinar recursos en los comprovincianos que padecen una penosa situación. Sería importante que hubiese una política estatal en esta materia para evitar que todos los años se repita esta situación de desamparo que viven los menesterosos.